ROBOTS EN LA ANTIGÜEDAD
ROBOTS EN LA ANTIGÜEDAD
Cuando uno piensa en robots o autómatas de la antigüedad, uno puede cometer el fallo de pensar que se remontan tan solo a un centenar de años, o a la fantasía literaria, sin embargo, eso se trata de un craso error. Históricamente los primeros autómatas se remontan al Antiguo Egipto donde las estatuas de algunos de sus dioses o reyes despedían fuego de sus ojos, como fue el caso de una estatua de Osiris, otras poseían brazos mecánicos operados por los sacerdotes del templo, y otras, como la de Memon de Etiopía emitían sonidos cuando los rayos del sol los iluminaba consiguiendo, de este modo, causar el temor y el respeto a todo aquel que las contemplara. Esta finalidad religiosa del autómata continuará hasta la Grecia clásica donde existían estatuas con movimiento gracias a las energías hidráulicas. Esos nuevos conocimientos quedan plasmados en el primer libro que trata la figura de los robots Autómata escrita por Herón de Alejandría (10 dC -70 dC) donde explica la creación de mecanismos, muchos basados en los principios de Philon o Arquímedes, realizados fundamentalmente como entretenimiento y que imitaban el movimiento, tales como aves que gorjean, vuelan y beben, estatuas que sirven vino o puertas automáticas todas producidas por el movimiento del agua, la gravedad o sistemas de palancas. A continuación os dejamos alguno de los robots más curiosos de la antiguedad, por supuesto no son todos, existen muchísimos y muy interesantes como los mencionados de Herón de Alejandría o las del sabio e ingeniero árabe al-Jazari que fascinó a todo el mundo en la edad media, aqui la lista:
Caballero Robot de Da Vinci (1)
Leonardo da Vinci ha pasado a la posteridad como un gran genio por diversas razones: sus increíbles obras artísticas: La Gioconda, La Última Cena, sus detallados estudios de la anatomía humana en el Hombre de Vitruvio, y por sus grandes dotes como ingeniero: la creación de un prototipo de helicóptero, un esnorquel de buceo, un paracaídas, un submarino e incluso destacó en otros campos, hasta escribió un libro de cocina.
Sin embargo, lo que no muchos saben es que, ya en 1495, Leonardo Da Vinci había imaginado el concepto de robot: un autómata creado a partir de una armadura medieval ítalo-germana de caballero que se movía a través de poleas, cuerdas y unos engranajes situados en el pecho del “caballero”. Las notas de diseño fueron encontradas en 1950, pero no se sabe si Leonardo alguna vez intentó construir el ingenio.
Gracias a los planos y las maquetas creadas en la actualidad, podemos saber que el robot sería capaz de realizar algunos movimientos humanos: podría mover los brazos, cuellos y la quijada e incluso dar abrazos.
Sin embargo, lo que no muchos saben es que, ya en 1495, Leonardo Da Vinci había imaginado el concepto de robot: un autómata creado a partir de una armadura medieval ítalo-germana de caballero que se movía a través de poleas, cuerdas y unos engranajes situados en el pecho del “caballero”. Las notas de diseño fueron encontradas en 1950, pero no se sabe si Leonardo alguna vez intentó construir el ingenio.
Gracias a los planos y las maquetas creadas en la actualidad, podemos saber que el robot sería capaz de realizar algunos movimientos humanos: podría mover los brazos, cuellos y la quijada e incluso dar abrazos.
Protorobots asiáticos (2)
La cultura asiática, especialmente China y Japón, ha tenido una gran tradición de autómatas que se ha mantenido desde tiempos muy antiguos hasta la actualidad. Ya en el año 2000 a. C. se cuentan leyendas chinas sobre autómatas. Como la creada por el hijo del rey Tach`uan, hecho de madera, y tan semejante al hombre que confundían a todos los que lo veían, hasta que descubren su naturaleza y es destruido. En tiempos más cercanos se habla de varios emperadores chinos que, curiosos por estos inventos, apoyaron la creación de todo tipo de autómatas, desde los que poseían forma animal (pájaros, caballos, gatos, monos etc.) hasta otros con forma humana y que andaban, bailan o tocaban instrumentos.
En el Japón de los siglos XVIII y XIX los autómatas consiguieron un alto grado de importancia y complejidad. Se les llamaba “karakuri”, que se podría traducir como “aparatos mecánicos para producir la sorpresa en una persona” y distingüían tres tipos de figuras: las “Butai Karakuri” que se usaban en el teatro, las “Zashiki Karakuri” más pequeñas y con las que se jugaba en las habitaciones y las “Dashi Karakuri” que se utilizaban en las festividades religiosas. Su mayor tarea era la representación de mitos y leyendas tradicionales aunque existían de todo tipo como algunos que servían el te o lanzaban flechas con un arco.
León andante de Leonardo da Vinci (3)
Una de las invenciones más increíbles de Leonardo fue un león mecánico para entretener al rey de Francia. El trabajo original de Da Vinci está desaparecido, pero el animal fue recreado en el Chateau du Clos Luce, ubicado en el pueblo de Amboise en el Valle del Loire, donde el maestro vivió durante los últimos tres años de su vida y donde falleció en 1519. Testigos en la época de Da Vinci señalaron que el león mecánico andante fue presentado al rey Francisco I por la comunidad de Florencia en Lyon en 1515, para celebrar una nueva alianza entre la ciudad italiana y Francia. El símbolo de Florencia era el león, y cuando el rey azotó a la bestia mecánica tres veces con un pequeño látigo, su pecho se abrió y reveló un flor de lis, emblema de la monarquía francesa.
Da Vinci no dejó planos ni bosquejos del león, aunque sí dibujos detallados de los mecanismos que permiten ver cómo el inventor logró hacer funcionar al animal.
El Pato que hace la digestión (4)
Jacques de Vaucanson, fue un gran creador de autómatas: excelente relojero pero con amplios conocimientos de música, anatomía y mecánica, quería demostrar mediante sus autómatas la realización de principios biológicos básicos, tales como la circulación, la digestión o la respiración, sobre esta última función versó su primera creación “El Flautista” figura con forma de pastor y de tamaño natural que tocaba el tambor y la flauta con un variado repertorio musical. Más tarde, creó su segundo autómata llamado “El Tamborilero” como una versión mejorada del primero. En esta ocasión la figura tocaba la zampoña de Provenza y el tamboril con veinte melodías distintas. El tercero y más famoso fue “El pato con aparato digestivo” transparente y compuesto por más de cuatrocientas partes móviles y que batía las alas, comía y realizaba completamente la digestión imitando al mínimo detalle el comportamiento natural del ave. Aunque en realidad el pato era un engaño, pues lo que comía no era lo mismo que defecaba, sino que al interior del pato había un compartimento en el que se depositaba el grano que comía y del que salía algo parecido a un excremento. Pasados los años, Vaucanson, cansado de su propia obra, vendió las figuras en 1743.
El Turco (5)
El Turco fue una famosa farsa que simulaba ser un autómata que jugaba al ajedrez. Fue construido y revelado por Wolfgang von Kempelen en 1769. Tenía la forma de una cabina de madera de un metro veinte de largo por 60 cm de profundidad y 90 de alto, con un maniquí vestido con túnica y turbante sentado sobre él. La cabina tenía puertas que una vez abiertas mostraban un mecanismo de relojería y cuando se hallaba activado era capaz de jugar una partida de ajedrez contra un jugador humano a un alto nivel. También podía realizar el Problema del caballo con facilidad. Sin embargo, la cabina era una ilusión óptica bien planteada que permitía a un maestro del ajedrez esconderse en su interior y operar el maniquí. Consecuentemente, El Turco ganaba la mayoría de las partidas.
Mientras que el Turco era una estafa y no un auténtico autómata, posteriormente sí hubo intentos reales de ajedrez mediante autómatas, como «El Ajedrecista».
El robot de vapor (6)
El autómata caminante de George Moore con forma humana era movido por la fuerza del vapor. El autómata, era capaz de recorrer distancias de casi 9 millas por hora simplemente por la fuerza del vapor.
Cabezas parlantes (7)
Dentro de los autómatas hay un grupo que ha tenido una gran difusión a lo largo de la historia, las cabezas parlantes, seres que se creían entre la mecánica y la magia que hablaban, aconsejaban a sus dueños o predecían el futuro. La leyenda y el mito han influido mucho en este tipo de mecanismos encontrándose las primeras versiones en antiguos cuentos árabes. Uno de los ejemplos más famosos es la cabeza con forma de hombre de Roger Bacon, hecha de latón y que podía responder a preguntas sobre el futuro, la de Alberto Magno con forma de mujer, la de Valentín Merbitz que decían que hablaba varios idiomas, otros dicen que gracias a un ventrílocuo, la cabeza parlante del Papa Silvestre II que respondía aleatoriamente “sí” o “no” a las preguntas que se le hacían, o la figura de la santa que hablaba de Athanasius Kircher, además de su libro “Misurgia Universalis” donde describe con detalle la creación de figuras que pueden mover los ojos, labios y lengua.
En cualquier caso, la mayoría de ellas conseguían la “voz” a través de diversos sistemas. El primero con base documental en conseguirlo fue Kratzenstein que con un sistema de tubos de órgano podía reproducir las vocales. Más tarde Wolfrang von Kempelen explicaba en una de sus obras como fabricar y manipular una de estas máquinas para que pueda pronunciar algunas frases breves a través de una especie de fuelle por el que pasaba el aire y se modulaban los sonidos. O las creadas por el abate Mical, de tamaño natural y que, exhibidas de dos en dos, se contestaban la una a la otra. Ya en el siglo XIX Joseph Faber ideó la versión más perfecta de estas máquinas, bautizada como Euphonia, que se utilizaba como el órgano de una iglesia y que podía desde recitar el alfabeto hasta responder preguntas, susurrar o reír.
El Papamoscas (8)
De estas fechas data el famoso autómata de la catedral de Burgos, el Papamoscas, cuya misión es la de tocar las campanas señalando la hora: lo hace moviendo su brazo derecho (con el que mueve, a través de una campana, un badajo) al mismo tiempo que abre y cierra la boca. Si bien el mecanismo actual es del siglo XVIII, sustituye a un artilugio parecido de fecha anterior.
fte: taringa
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